Según la tradición; aparece un icono de Nuestra Señora sosteniendo al Niño en sus brazos en una isla del Mediterráneo llamada Creta, muy visitada en el Medievo por marinos y comerciantes.
En la parte superior del cuadro y a ambos lados aparecen también dos Ángeles. Una tablilla al lado del icono, revela el origen de la pintura que es la Isla de Creta, en el mar Egeo.
Según la leyenda: Un mercader sustrajo el icono de una Iglesia, lo escondió y se embarcó rumbo a otras tierras. Durante la travesía, apareció una gran tempestad por lo que los pasajeros se encomendaron a Dios y a la Virgen, compañera de viaje.
Pasó el peligro y vino la calma, arribando la embarcación a puerto seguro. El mercader llega a Roma, y tal vez en agradecimiento, deposita la imagen en la Iglesia de San Mateo de la localidad, la cual está a cargo de una comunidad de agustinos irlandeses quienes también atienden un hospitalillo, refugio de niños pobres.
Todo ello ocurre a finales del siglo XV. En el año 1499; el Papa Alejandro VI, reconocerá el culto a esta imagen de la Virgen. Pasan 300 años y los escritores de la época atribuyen numerosísimos milagros a esta Virgen del Perpetuo Socorro y ya entrado el siglo XVII se ha experimentado una enorme devoción y culto.
Un siglo más tarde; es el mes de febrero de 1798 y las tropas napoleónicas invaden la península itálica. Como consecuencia de ello es destruida la Iglesia de San Mateo y los agustinos esconden el icono en una pequeña capilla.
La existencia de esta imagen de la Virgen es totalmente desconocida para todos, aunque se cuenta que un piadoso niño llamado Miguelito conocía el secreto pues se lo había revelado un hermano agustino conocido por Fray Agustín Orseti. Curiosamente, el niño Miguel sería más tarde Redentorista.
En 1855, la Orden de San Alfonso María de Ligorio va a comprar unos terrenos al lado de la Vía Merulana, muy cerca de la Basílica de Santa María la Mayor, conocida la zona como Vía Caserta y en cuyo interior había estado la Iglesia de San Mateo.
En el año 1865, el Padre Miguel Marche descubre el paradero del Icono y nos preguntaríamos si era aquel niño conocido por Miguelito. La cuestión es que en el mes de diciembre de este mismo año, la Orden de los Redentoristas solicita al Papa Pio IX la concesión de la Imagen.
El Papa está de acuerdo con la piadosa petición y les dice a los hijos de San Alfonso María de Ligorio: Den a conocerla a todo el mundo. De este modo, el 19 de enero de 1866 la Imagen pasará a la Iglesia de San Alfonso, en el lugar donde había permanecido durante tres siglos. Es restaurada y va a ocupar el centro del ábside de la Iglesia.